martes, 22 de marzo de 2022

MAMÁ.

Mi madre era muy buena conmigo. Soy hijo único y siempre me compraba todos mis caprichos.
Mi madre siempre quiso lo mejor para mi.
Mi madre me enseñó lo dura que es la vida pero a hacer siempre lo correcto.
Mi madre tiene una enfermedad degenerativa congénita que no tiene cura y está en silla de ruedas.
Mi madre me grita a todas horas como si yo tuviese la culpa.

Todos los días la llevo al centro médico para rehabilitación mientras se queja por todo.
Mi madre me llama inútil y desgraciado.
Mi madre me hace pasar mucha vergüenza.
Odio a mi madre, he de reconocerlo.
Por eso aquella mañana en el centro médico lo pensé.
Antes de llegar a los ascensores hay unas escaleras.
Lo pensé, lo pensé muy bien.
Llegué a las escaleras, la puse en el borde mientras ella se había quedado dormida. Lo pensé... Y todos mis sentidos se nublaron.

Me despertó de mi ensueño la sirena de la ambulancia. Iba en una camilla. Los sanitarios hablaban de costillas rotas, de que había tenido mucha suerte.

Había fallado en mi intento, ¿o no? Destrozado completamente todo mi cuerpo pude ver cómo se llevaban a mi madre para cuidarla mientras yo no podía ni hablar de los dolores de la caída.

Lo pensé... Por fin me había librado de ella.



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