- Hola
- Espera, que te abro la puerta del ascensor.
- Gracias.
- De nada. Es que siempre se atasca. ¡Ah! Pues parece que la han arreglado.
- Sí, eso parece...
- Pasa tú que vas cargada de bolsas.
- Muchas gracias.
- ¿A qué piso vas?
- Al último.
- No te lo vas a creer pero yo también voy al quinto.
- No me digas...
- ¿Y ese ruido? No es normal.
- Sí que es normal, cuando llega al tercero se suele parar.
- Vaya, pues entonces nos hemos quedado encerrados.
- Lo que me faltaba.
- ¿Tienes prisa, Isabel?
- Un momento. ¿Cómo sabes mi nombre?
- Te llamas Isabel Pérez de la Coba, tienes 33 años y eres de Logroño.
- ¿Quién eres? ¿Por qué sabes esas cosas sobre mi?
- Eso no importa. Lo que importa es que vas a morir.
- ¿Qué dices? ¿Por qué?
- Tranquila. Eso he estado pensando yo. Alguien tan dulce y tan guapa no merece morir. Además me he enamorado de ti y ahora mismo estoy deseando besarte.
- Quita, baboso.
- ¿Prefieres morir? Te estoy dando una oportunidad, guapa.
- Cosa que no voy a hacer yo, Ernesto.
- ¿Qué has dicho?
- He dicho Ernesto, Ernesto López Marín. Tienes 38 años y eres de aquí, de Madrid.
- No entiendo nada.
- Deberías saber que las deudas de juego se pagan. Ya te hemos dado dos oportunidades, Ernesto.
- ¿Y qué vas a hacer? ¿Matarme a mordiscos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario