martes, 22 de marzo de 2022

AQUELLA CHICA...

FLOR DE DÍA:

Todas las mañanas te encontraba en mi portal fumando un cigarro tras otro. Y te imaginaba el resto del día. Imaginaba que esperabas a tu mejor amiga para ir al instituto. Parloteabais de camino a clase sobre el futuro. Tú querías montar tu propio gimnasio. Siempre te había gustado la gimnasia rítmica desde que de pequeña te apuntaron por primera vez. Y también la natación sincronizada, aunque para esto ya no había dinero en casa. Pero tú eras de las que se comía el mundo y nada podría frenarte.
Te imaginaba coqueta ante el espejo con tu rostro lleno de pecas que odiabas profundamente y que a mi me encantaban porque parecían las baldosas amarillas del Mago de Oz. Tu pelo castaño claro con el que procurabas tapar aquellas malditas manchitas. Tus ojos vidriosos aparentando como si quisiesen romper a llorar. Tu mirada hechicera. Tu nariz casi perfecta, tus pómulos dorados al sol. Tus rojizos mofletes que hacían juego con los de tus labios. Unos labios que yo imaginaba de regaliz. Tu desnudo cuello que asomaba insinuante por fuera del jersey. Tus brazos sinuosos como el baile de una serpiente, tus piernas infinitas llenas de kilometraje. Esa manera de andar, el gesto de rizarte un mechón de pelo con un bolígrafo, una sonrisa engatusadora.

Lo que no me imaginaba...

AQUELLA CHICA, FLOR DE NOCHE:

Todas las mañanas te encontraba en mi portal fumando un cigarro tras otro solo que esta vez estabas tirada en el suelo de la entrada, semidesnuda y con una jeringuilla colgando del brazo izquierdo.
No esperabas, como yo me había imaginado, a tu querida amiga sino a tu dosis de heroína para calmar esa mierda de vida que llevabas. Vendiendo tu cuerpo para darle el dinero a tu chulo, vecino mío. Un hijo de la gran puta que se aprovechaba de tu amor y que sabía que eras capaz de hacer cualquier cosa por él.
Tu pelo yacía churretoso tapándote aquellas malditas pecas. Tus ojos vidriosos se habían apagado para siempre en una noche aciaga, llena de soledad y tormentosas ideas fantasmales.
No, yo no podía imaginármelo, yo siempre te vi como una flor de día. Aquella que se riega y que crece con el sol. No como una flor de velatorio que se deja marchitar triste y en la oscuridad.
Avancé saltándome el cordón policial. Dejadme en paz gritaba. Conozco a esa chica. Y poco a poco llegué hasta donde estaba. La estreché entre mis brazos y grité ¡Despierta! ¡Maldita sea, despierta!

- ¡Despierta! ¡DESPIERTA!

Un momento... Esa voz... Esa voz yo la conozco.

- Vaya... Por fin el señorito se ha dignado a despertarse. Anda, apóyate en mi que vaya borrachera me llevas. Y vamos pa dentro que hace un frío de pelotas.
- Pero tú eres...
- Mírem, me llamo Mírem. Soy la amiga de tu vecina...



No hay comentarios:

Publicar un comentario