ELLA VIO EL DESASTRE.

Ella vio el desastre venir y se largó. Sin dejarme una nota de despedida. Tampoco es que hiciera falta.

Ella no es mía, no tiene que darme explicaciones.
Sé que me comporté muy mal con ella. Ella no tiene la culpa.
La culpa es sólo mía, por mi actitud agresiva, por querer controlar su vida.

Ella vio el desastre y se largó. Es verdad que bebo bastante y que ella pagó mis frustraciones.
No la dejaba salir de casa si no era conmigo, ella no manejaba dinero, todo era mío.
La primera bofetada me dolió más a mi, la primera patada me dolió más a mi ¡Mentira!
No sé vivir sin ella y sé que puedo cambiar, que estoy dispuesto hacerlo. Que es lo más bonito que me ha pasado en la vida.

Entonces... ¿Qué hago con una escopeta de caza cargada esperando a que salga de casa de sus padres?

ADICTA.

 Soy adicta a la autodestrucción, 

a la enfermedad, 

a la mugre cerebral. 

Me apasiona lo que otros alejan, 

la muerte, 

lo inerte, 

todo lo que oscurece. 

Mi saliva es adicta a lo amargo, 

la duda 

y el pánico del que siente. 

Mis uñas arrastran la suciedad de una mente inconsistente, 

desecha en la droga de la palabra propia. 

Mi ojos se inyectan de una vacuna desconocida

en el espejo que nunca descubre de dónde ha salido. 

Pues así me presento, 

enteramente, en pedazos, 

llena del vómito de un daño causado hace tanto tiempo

que un remedio se siente milagro divino.

MUCHO CUENTO.

Érase una vez un cuento que quería ser novela
de una banda de rock diferente
de las que hacen de su música su existencia
de las que lo viven intrínsecamente

Érase una vez un cuento que quería ser novela
con ínfulas de grandeza
pensando que lo contado
tiene originalidad y fuerza

Érase un cuento que quería ser novela
con varios narradores
espacios infinitos
donde sus personajes se rebelan

Érase un cuento que quería ser novela
donde su autor está en pausa
arrebatado por la belleza
y bloqueado por su torpeza

Érase un cuento que quería ser novela.