sábado, 2 de julio de 2022

BALAS

Suena la alarma del banco. Deprisa, deprisa le digo al Juanlu. Salimos a la calle con el botín repartido. ¡Mierda, no está el Fitipaldi! Se ha ido con la loca. Menudo cabrón. Juanlu y yo nos miramos. ¡A correr colega! Nos separamos. Noto como la farlopa me hace efecto.Corro como un diablo. Me palpo la espalda y consigo sacar la pistola. ¡Alto a la Guardia Civil! Eso ha sonado muy cerca. Necesito un buga para escapar. Ese es perfecto. Lo abro y le hago el puente de manera automática. Arranco velozmente. Dos monos me persiguen. Consigo girar completamente y en un acto suicida embisto a los dos. Se abren y paso por el medio. Me meto por sentido contrario. A mis dieciséis años no tengo nada que perder. Estoy a punto de estrellarme contra un camión. Le esquivo y aparezco en un descampado. El coche da botes. Otra vez sirenas. ¡Alto a la Guardia Civil! Esta vez me persiguen dos coches patrulla. Mi coche responde a cada acelerón que le meto. Disparan contra mi. Me pinchan una rueda y consigo estabilizar el coche pero lo he quemado. Tengo que salir y volver a correr. Otro disparo me hiere en el hombro pero con la coca casi no noto nada. Sale a mi encuentro un mono y no me queda otra que abatirle. El pobre sale despedido de la moto. Me quedo con su arma y me parapeto en una chabola que está vacía. Oigo las sirenas sonar a mi alrededor. Estoy perdido. De repente una risa me hace darme la vuelta pero no veo a nadie. La risa continúa hasta que me doy cuenta que proviene de una cuna. Grito desde lo más profundo de mi alma que tengo un bebé, que no disparen. Me sangra demasiado la herida para seguir corriendo. Yo me quedo aquí. Por uno de los ventanucos veo a la madera acordonar la zona. Me tienen acorralado. Vuelvo a gritar que tengo un bebé y que no disparen. Salgo con el bebé entre los brazos y una bala me pasa rozando. Oigo ¡Alto el fuego! No sé qué hacer, mi cabeza va a mil pensamientos por segundo. No tengo fuerzas para sujetar al bebé y lo dejo de nuevo en su cuna. Sonriente. ¡Dejadme salir y al bebé no le pasará nada! Les grito. Un madero con un megáfono me promete que sí. No me fio un pelo pero necesito un médico con urgencia. Salgo con el bebé en el carro y oigo un disparo que impacta en la puerta y de rebote me da en el pie. Intento tranquilizar al bebé que ahora llora a moco tendido. Tranquilo mi niño que de esta salimos tú y yo. Oigo de nuevo ¡Alto el fuego, hostias! Pero ya es tarde. La cuna se empapa poco a poco de sangre. La bala perdida ha dado de lleno en el carro antes de rebotar contra la puerta y darme en el pie. Está muerto. ¡Maldita sea! Cojo mis dos pistolas y salgo a degüello a por ellos disparando a todo lo que se mueve. Me acribillan a balazos. Caigo al suelo a plomo. Ellos ganan, yo pierdo.



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