DELICTIVA Y POLICIAL
Me gusta comparar mi carrera delictiva con el rugby,
nada de mariconadas de football americano. Soy el que está en la mejor
posición. Me pasan el balón y echo a correr como una liebre. Nadie me
puede atrapar.
Me gusta comparar mi
carrera policial como el rugby, nada
de shows americanos de football. Estoy en desventaja, pero intuyo
hacia quién va el balón. Siempre los placo y acabo agarrándolos.
Por si no lo habéis adivinado somos gemelos. No mellizos. Somos idénticos. Salvo en que habréis notado que uno está hecho para disfrutar del mal y otro tiene el deber de preservar el bien.
Nunca nos hemos encontrado de frente, en el mismo
territorio, en la misma cancha y por supuesto nunca
en el mismo partido. Decidimos caminos
diferentes, formas de vida muy distintas y en polos opuestos de España.
Y por las noches sentimos dolor y pena por no poder
estar el uno con el otro.
Yo planeé al milímetro el atraco; y yo, personalmente, organicé el operativo de búsqueda y captura. Todo comenzó a ir mal. Íbamos por mal camino.
Recordé el atraco en aquella joyería
del Centro Comercial, esto es una emboscada,
saben que estamos aquí. Recordé aquel atraco
en aquel banco junto al Centro Comercial de la Avenida, íbamos muy por
delante de ellos pero algo salió mal y se escaparon. Tenemos una puta chivata. Tenemos un confidente dentro. Mi
orden de dar marcha atrás, de
huir de allí llegó demasiado tarde. Mi orden de dar luz
verde en el preciso instante dio sus frutos. La
persecución fue de antología. Uno de ellos me obligó
montar en el coche para darle caza. Se
anticipaba a mis maniobras. Se anticipaba a mis
maniobras. Me causó impresión su manejo del buga. Me causó impresión su pericia al volante. De repente una fila de niñatas que iban al colegio me
hizo girar bruscamente hasta estamparme y perder el conocimiento. Tuve la suerte de que una fila de colegiales se cruzó en su camino y tuvo que dar un
volantazo con consecuencias casi letales para
ambos.
Habitación de hospital, me
despierto, mi mano izquierda esposada a los
barrotes, me duele hasta para
respirar. Habitación
de hospital, me despierto, espero que ese cabrón esté tan magullado como yo. Le digo al que custodia
la puerta que quiero hablar
por teléfono. Le pido al compañero que me
acerque el móvil. No es mi móvil pero recuerdo a la perfección el número.
No me dan mi teléfono porque quedó destruido por la embestida de mi coche pero
me sé el número de memoria. El teléfono al que llama está apagado o fuera de
cobertura. El teléfono al que llama está apagado o fuera de cobertura.
Entonces llamo a mi madre. Se me ocurre llamar a mi padre. Sí lo he oído
en las noticias mi neno - dice mi madre - esta vez pasarás un buen tiempo
a la sombra. Estoy muy orgulloso de ti, niño - dice mi padre - te has jugado la
vida por tu honor y tu lealtad y has conseguido por fin atraparle.
Prisión de alta seguridad de A Coruña. Estoy encerrado
con los F.I.E.S. (Fichero de Internos de Especial Seguimiento), no
puedo ir ni a cagar si un
funcionario pegado a mi culo. Prisión
de alta seguridad de A Coruña. Voy a ver al recluso que está en el
módulo de los F.I.E.S. (Fichero de Internos de Especial Seguimiento), por fin
le cogieron. Sala de comunicaciones, tengo visita y voy esposado hasta
las cejas. Sala de comunicaciones, voy de visita, está bien custodiado el
muy cabronazo. Hola, hermano. Hola hermanito. Lo
he visto en la tele, menudo
hostión te pegaste. ¡Pues anda que tú!
Vaya manera de cogerte, lo leí en los
periódicos. ¿Te hubiera gustado haber sido tú, verdad? Te equivocas, mi
objetivo era otro. ¿No te alegras de que me pillaran, de que esté aquí,
del tiempo de condena? Claro que me alegro, así dejarás de hacer el
gilipollas por un largo período de tiempo. ¿Y qué ha pasado con tu
objetivo? Está en el hospital de la cárcel de máxima seguridad de Almería.
Eres un máquina hermano. Y tú un desgraciao,
pero te quiero hermanito. Yo también te quiero.
Cuídate hermano. Lo mismo te digo.
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