viernes, 4 de junio de 2021

EL CUERPO Y LA SANGRE

Sin darme cuenta, en cada homilía, sentía el latir de mi corazón. Hoy me apetece aquel muchacho de la cuarta fila. Deseo concedido. Con la excusa de que me ayudara ya no me acuerdo qué, le atraje hasta la parroquia. Tenía pinta de retrasado mental y un cuerpo hecho para el pecado.


Ahora medio moribundo, desnudo de cintura para abajo, cubierto de sangre, ahora confieso que me he equivocado, que debí utilizar el arma de disparar y no la de la ingenua seducción al pecado.

Pido a Dios clemencia hasta que el verdugo, ya cansado, me deje tirado en medio del monte pasto de los depredadores, los carroñeros y los gusanos.

Pronto terminará mi agonía de depredador cazado.



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