Unamuno,
fragmento Del sentimiento trágico de la vida
Es una cosa
terrible la inteligencia. Tiende a la muerte como a la estabilidad de la
memoria. Lo vivo, lo que es absolutamente inestable, lo absolutamente
individual, es, en rigor, ininteligible. La lógica tira a reducirlo todo a
entidades y a géneros… La identidad, que es la muerte, es la aspiración del
intelecto. La mente busca lo muerto, pues lo vivo se le escapa: quiere cuajar en
témpanos la corriente fugitiva, quiere fijarla… Para comprender algo, hay que
matarlo, enrigidecerlo en la mente. La ciencia es un cementerio de ideas
muertas, aunque de ellas salga la vida.
Nos he
condenado
Yo nunca quise
provocar tal desastre, simplemente, jugué a ser un Dios sin comprender las
consecuencias. Si alguien me hubiese dicho que intentar curar el cáncer me
llevaría a la inevitable destrucción de la humanidad… jamás lo hubiese hecho.
No se puede
buscar la inmortalidad, no después de haber visto lo que he visto; no debí
haber creado aquel monstruo a partir de aquellas células madre… tremenda
equivocación.
Debe ser verdad
que para comprender algo hay que matarlo, porque nos he condenado… sí… nos he
metido a todos y cada uno en un mismo saco.
¿Crear un ser
inmortal? ¿En qué demonios estaba pensando? Ahora no hay marcha atrás… las
gentes se han vuelto locas y no tardarán en dar caza a esta… cosa. Pobres
ignorantes… corren como zombis hacia la vida eterna, persiguen alcanzar aquello
que generación tras generación se busca y no se encuentra… pero no saben que
ese es el mismísimo fin.
He necesitado
ignorar la Ley de Dios para por fin entenderlo, al fin he encontrado sentido a
la vida, a la existencia: el ser humano nace para morir… si negamos aquello que
nos hace únicos, aquello que nos da las ganas y las fuerzas de atravesar
obstáculos, analizar problemas, intentar encontrar la felicidad… aquello que
nos hace vivir… estaremos sumergiéndonos en el odio, la avaricia y la pérdida
del interés absoluto por el mundo. Sin muerte ya no hay vida, porque el ser
humano ya no tendría motivos para estar vivo.
¡Mierda! Se
acabó el juego. Ya están aquí… van a encontrarme. No sé cómo explicarles que he
destruido mi experimento, que lo he escondido de la codicia… ¡Qué irónico! Van
a tratar de matarme para buscar el elixir de la vida, pero, de esa manera,
volverán a encontrarse con la muerte, como debe ser. Si me matan, nunca sabrán
dónde está. Si me matan, nos habré salvado.
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