lunes, 24 de mayo de 2021

SEGUNDA PUBLICACIÓN: CUENTO

 EL MISTERIOSO CASO DEL CENTOLLO ASESINADO

Restaurante "El Mar de Galicia". 5:30 horas de la mañana. Una furgoneta de reparto para en la entrada y un sujeto baja con unas cajas blancas de corcho. Allí estoy yo, el detective Bogavante, me trasladan para un nuevo caso. Ya estoy en el lugar del crimen, todos son iguales, una pecera grande con varios sujetos y todos parecen culpables. Mi ayudante el Cigala, me pone al corriente de la situación: muerte por mordiscos de un Centollo.

El cuerpo aún flota en el agua, presenta síntomas de lucha, una pata rota, duró poco, el ataque fue brutal. Esta vez he tenido suerte de poder verlo in situ. Hora de la muerte las 22:30.

- ¿Quién descubrió el cadáver, querido amigo y compañero?

- Su viuda en torno a las 23:30.

Mi compañero y yo comenzamos la investigación por la viuda que se encuentra al lado de donde yace su marido:

- Relátenos que ocurrió la noche de autos.

- Pues mire señor detective, yo me quedé en casa, allí entre ese castillo en ruinas, pero mi Antonio salió a pasear como todas las noches.

- ¿Sobre qué hora?

- Salió a las 22:00 como siempre.

- ¿Tenía algún enemigo, alguna cuenta pendiente?

- No, que yo sepa.

- Prosiga.

- Y alarmada por la hora que era ya, salí a buscarle y me lo encontré ya flotando. Pensé que estaba haciendo una de sus bromas de mal gusto pero en cuanto me acerqué noté que no se movía, le tomé el pulso y ya... (Se echa a llorar).

- No se preocupe, daremos con él o los responsables de la muerte de su marido.

Me dirijo hacia donde está mi compañero:

- Querido amigo (señalando hacia unas rocas cercanas a su compañero el Cigala) es hora de investigar a los posibles sospechosos.

- Qué le parece si empezamos por ellos (señalando al mismo lugar que el detective Bogavante).

En el lugar donde habían señalado se hallaban unos Carabineros medio escondidos:

- Buenos días.

- Buenos días inspector (respondieron todos al unísono).

- ¿Dónde estaban ustedes entre las 21:00 y las 23:00 de ayer?

Contestan todos al unísono otra vez:

- Estábamos jugando una partida de mus entre aquellas rocas de allí.

- ¿Conocían la costumbre del señor Centollo de ir a pasear sobre esa hora?

- (Al unísono, de nuevo) Sí, inspector, esto es un pueblo muy pequeño y nos conocemos todos.

- Gracias por su colaboración, pueden retirarse.

Mi compañero y yo nos separamos del lugar:

- ¿Qué opina inspector? - pregunta su ayudante el Cigala.

- De momento sólo que éste es un lugar pequeño y que pudo ser cualquiera. Vayamos allí donde están las Nécoras.

Ambos se dirigen hacia una zona frondosa llena de una especie de algas donde agazapadas están las Nécoras.

- Buenos días.

- Buenos días - contesta la más enorme de las Nécoras a modo de portavoz.

- ¿Dónde se encontraban ustedes a eso de las 21:00 horas y las 23 horas de ayer?

- Nosotras estábamos haciendo calceta y no nos movimos de aquí.

- Y vieron algo sospechoso, algo fuera de lo común.

- Pues mire ahora que lo dice, ayer sobre las seis de la tarde, vimos discutir a la señora Langosta con el susodicho.

- Muchas gracias, ya puede volver con el resto de sus compañeras.

La pesada Nécora se aleja.

- Señor Cigala, ¿dónde se encuentra la Langosta?

- Señor, desaparecida.

- Eso quiere decir...

- Exacto, señor inspector.

- ¿Quién falta entonces por declarar?

- Pues no se lo va a creer señor, pero hay un paisano suyo.

- ¿Dónde?

- Allí en esa esquina.

- Vamos para allá.

- Ernesto? - dice el Bogavante que estaba en la esquina.

- Gabriel? ¡Qué pequeño es el “mar”! ¿cierto?

- Así es.

- Querido amigo sabe por qué estamos aquí, ¿verdad?

- Sí

- Entonces sabrás lo que te voy a preguntar, ¿no?

- Claro, yo estaba de paseo también y me crucé con el señor Centollo, le di las buenas noches y proseguí mi camino. Por cierto, me pareció ver al señor Nécora y los Carabineros charlando amigablemente cuando se llevan fatal.

- Quieres decir… ¿cómo si estuvieran tramando algo?

- Algo así.

- Gracias Gabriel nos has sido de gran ayuda.

Se despiden amigablemente.

- ¿Le cree inspector? – pregunta con cierta curiosidad el Cigala.

- Aquí nadie ha dicho una puñetera verdad en todo el tiempo que llevamos aquí.

- ¿Cómo lo sabe?

- Es fácil, ¿se acuerda del caso del triple homicidio de las gambas?

- Como para olvidarlo...

- Ya tenemos al asesino del señor Centollo.

- ¿Pero está usted seguro?

- Como el agua cristalina de esta pecera.

- Reúna a todos y todas en la plaza del barco hundido y se lo demostraré.

- De acuerdo inspector.

Y así lo hizo el Cigala, en la plaza estaban todos los habitantes del pueblo.

El inspector Bogavante empezó su disertación sobre lo ocurrido:

- Estamos aquí reunidos por un motivo, la codicia. Ninguno de ustedes ha sido franco conmigo. ¿Por qué mienten todos? Es muy fácil porque el motivo de la muerte y su asesino o asesinos tenía la certeza de que...

No pudo proseguir ya que una red le capturó y le hizo desaparecer de aquella hermosa pecera.

En cuanto al Cigala, acabó siendo atacado por todos los habitantes e irremediablemente falleció llevándose también consigo el misterioso caso del señor Centollo.



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