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Ideas para escribir creativamente en español | Verbling
La diferencia fundamental entre las metafísicas platónica y aristotélica es la entidad
que se concede a los conceptos universales (“ideas” en Platón, “formas” en Aristóteles).
Mientras que Platón considera que son trascendentes y existen en un mundo inteligible
separado de alguna manera del mundo sensible, Aristóteles cree que solo existe un mundo y
que en consecuencia los conceptos universales son inmanentes, esto es, solo existen de
manera plena dando forma a los particulares. Según Aristóteles, cuando el particular se
disgrega y desaparece, su materia se transforma en otra cosa y su forma simplemente
desaparece. Ahora bien, Aristóteles concedía a las formas una cierta entidad permanente, si
bien solo potencial, no actual: las formas son plenamente reales solo de manera inmanente a
los individuos, pero siguen existiendo como posibilidad (en potencia) tras la desaparición de
estos, y por tanto en cierto sentido son más permanentes que los individuos y por tanto más
reales (tal como decía Platón). De tal modo que, a pesar de considerar que los individuos
(substancia primera) son plenamente reales, la metafísica aristotélica se sigue basando en
formas inteligibles e inmateriales (substancia segunda), como la de Platón.
Por otra parte, Aristóteles admite también la existencia de un ente inteligible e
inmaterial que tiene existencia plenamente real por sí mismo (esto es, existencia actual), el
Motor Inmóvil (Platón reconoce muchas de estas entidades, puesto que cada idea es
inteligible, inmaterial y plenamente existente de manera actual). El Motor Inmóvil de
Aristóteles tiene en la teoría de este el mismo papel que la Idea de Bien en la de Platón: ambos
son el Ser por excelencia, el ente más real y permanente que existe, eterno e inmutable, y
ambos son causa del resto de la realidad (en los dos casos causa ejemplar y final, no eficiente),
y por tanto los dos, el Motor Inmóvil y la idea de Bien representan a Dios (o mejor dicho, “lo
divino”) en sus respectivos sistemas. Sin embargo, existen importantes diferencias entre
ambos. En primer lugar, aunque ninguno de los dos es un “dios personal”, el Motor Inmóvil se
acerca un poco más a este, ya que es consciente (de sí mismo, y de la existencia del mundo,
aunque no de los particulares concretos que hay en el mismo) mientras que la idea de Bien es
un concepto puramente abstracto del que en ningún momento dice Platón que sea
autoconsciente. Por otra parte, el Motor Inmóvil es un principio físico, mientras que la idea de
Bien es un principio ético. En realidad esta diferencia no es muy profunda, ya que en ambos
casos se considera que representa la máxima perfección del Ser y que el resto de entes se
mueven para acercarse a dicha perfección (sería por tanto un ejemplo más del énfasis
platónico en lo ético-político y el énfasis aristotélico en lo físico-biológico, más que una
diferencia profunda). Ambas metafísicas son, por tanto, teleológicas, esto es, conciben la
realidad como dirigida a un fin previamente establecido que se identifica con la perfección
(ambas son herederas del “Nous” de Anaxágoras), y ambas se oponen a la visión mecanicista
de Demócrito según la cual el universo se mueve al azar sin ningún plan previo (esta oposición
es mucho más explícita en Aristóteles, que se ocupa, a diferencia de Platón, de los mismos
problemas físicos que tratara Demócrito). Tanto en Platón como en Aristóteles (y a diferencia
no solo de Demócrito sino también del hilozoísmo originario de la filosofía griega) la materia es
pasiva y no tiene movimiento por sí misma, por lo cual ha de recibir dicho movimiento desde
una realidad inmaterial, y por tanto inteligible. También para ambos autores (como para el
común de los griegos) la materia es eterna y no ha sido creada, sino que ha existido siempre,
aunque recibe su estructura no de sí misma sino de los principios inteligibles (ideas y formas,
respectivamente). Aristóteles no presenta un desprecio tan grande por la materia como el que
encontramos en Platón, algo que se nota en la ética aristotélica, mucho más permisiva con las
necesidades corporales y menos ascética que la de Platón, que consideraba a la materia como
la cárcel del alma.
El esquema tripartito del alma es casi idéntico en los dos autores. Ambos consideran
que el alma pertenece a la realidad inteligible (es una idea o una forma, respectivamente) y
que es la que da estructura al cuerpo. Ambos la dividen en tres partes según sus funciones,
aunque utilizando un símil social en el caso de Platón y un símil biologicista en el de Aristóteles
(de nuevo los matices debidos al diferente peso relativo de la ética y las filosofías segundas en
la obra de ambos). La diferencia clave se encuentra en que, mientras que Platón considera que
el alma racional es inmortal, Aristóteles afirma que, como todas las formas, desaparece
cuando desaparece el individuo, y por tanto afirma que es mortal. Aristóteles solo admite una
parte inmortal dentro del alma racional, que es el entendimiento agente, y que no contiene los
recuerdos del individuo, sino que es algo común a todos los hombres y recibido desde fuera.
En Platón no encontramos esta división del alma racional en dos partes, un entendimiento
agente que produce la abstracción y un entendimiento paciente que recibe los conceptos
abstraídos. Sin embargo la distinción de los dos entendimientos en Aristóteles tiene una raíz
platónica. En efecto, Aristóteles caracteriza al entendimiento agente como una luz que se
recibe desde el exterior, en un pasaje que recuerda poderosamente a la analogía del Sol. El
entendimiento agente por tanto cumple en la doctrina de Aristóteles el mismo papel que
cumplía la idea de Bien como intermediario que produce el conocimiento inteligible en la
doctrina platónica, con la diferencia de que Aristóteles lo integra como una parte del alma
racional, aunque separable de esta y recibida desde el exterior.
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