Tus besos saben a cenicero
Tus palabras a mentiras
Tus gestos te delatan
Dulce flor de espinas
Llueve, jadeo, me arrastro como un perro. Me atacas como mil abejas que pican con sus aguijones.
Respiro humo, inhalo tus esencias de maldad. Cabo mi propio agujero, termino mezclándome con el lodo.
Muerdes como una serpiente, veneno inoculas. Quemazón primero, después se hinchan mis venas, llegas hasta mi corazón ya podrido y muero entre terribles agonías.
Cielo negro, oscuridad infinita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario